viernes, 10 de julio de 2009
Tiempo y orto de ayer
Hubo un tiempo de luz. En la bahía
de tu piel de cereza fueron olas
mis manos incesantes, banderolas
orlando en impaciencia el mediodía.
A solas de los dos, fue tuya y mía
-ya en rubores el sol rolando a solas-
la trenza de mejillas y amapolas
con que se ungió el amor. Y amanecía.
Tiempo y orto de ayer. Memoria y llama
hortelanos son hoy de la indulgencia
en el llanto de ser que oscuro clama
por poblar tanta noche, tanta ausencia.
Sed de ti requiriendo a cielo abierto
copos de tu rumor por mi desierto.
Felipe Fuentes García
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