viernes, 17 de diciembre de 2010

Ay, amor



¡Ay, amor que despierta las piedras!
¡Ay de aquel que no te sienta alrededor!
¡Ay, amor, que nos abres las puertas!
¡Ay, amor, tan necesario como el sol!
Cuando llamas estoy
a la hora que tú digas voy.

Tantas veces nos quitas la pena
como tantas es amargo tu sabor.
Ay, amor, del jardín, yerbabuena:
como espina puede ser el desamor.
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.

¡Ay, amor, que despierta las piedras!
¡Ay, amor, que derriba fronteras!

Si fuera posible amarrar,
tenerte siempre cerca,
poderte controlar,
saber cada paso que das,
si sales o si entras,
si vienes o si vas,
las narices a enseñar.
¡Ay, amor, como inmenso es el mar!

Es amor quien altera las venas
como inventa las mareas o la flor.
¡Ay, amor, que nos tienes en vela
y a quien duerme se le para hasta el reloj!
Cuando llamas estoy,
a la hora que tú digas voy.

¡Ay, amor, como polvo de estrellas!
¡Ay, amor, que derribas fronteras!

¡Ay, amor, que derriba fronteras!
¡Ay, amor, que despierta las piedras!


martes, 7 de diciembre de 2010

Romería, de Juan Huenuan



Algunos versos del libro Romería, de Juan Huenuan, primer libro de la colección Kutram de poesía mapuche de Del Aire editores, de Temuco, Araucanía, Chile.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cuando no cante más



Cuando no cante más adivinaré
el hundimiento de un barco que había
conseguido pasar el océano
más enmarañado de la noche
Seré mi isla propia un vestigio
de tierra infecunda un corazón
jamás arrepentido pero solo
siempre solo recordando el mar.

Carlos Edmundo de Ory

Tus ojos se me van




Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
un páramo de ausentes.

Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa
desolación que sientes.
Desolación con hielo,
aún mi calor te vence.

Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Sonrojo




"siempre la sangre, oh Dios, fue colorada"
Blas de Otero


Mi corazón no tiene desperdicio:
unas veces se afana, otras se enoja;
busca el hálito azul de cada hoja,
busca en cada palabra un precipicio;

mi corazón busca el menor indicio
para recuperar su sangre roja,
por que cada palabra que le escoja
le lleve hacia la luz de un nuevo inicio;

mi corazón está fuera de quicio,
son un árbol de sangre mis pulmones,
otro país su despertar aloja;

mi corazón, la sombra que acaricio,
tiene múltiples ramificaciones,
sólo con otra sangre se sonroja.

Javier Aguirre Ortiz

Recitado por Mónika Nude

lunes, 1 de noviembre de 2010

Como la cigarra




Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.
Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.

Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.
Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.

Cantando al sol,
como la cigarra,
después de un año
bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.

María Elena Walsh

martes, 5 de octubre de 2010

¿Qué he sacado con quererte?





¿Qué he sacado con la luna, ay ay ay,
que los dos miramos juntos, ay ay ay,
qué he sacado con los nombres, ay ay ay,
estampados en el muro ay ay ay?
Como cambia el calendario, ay ay ay,
cambia todo en este mundo, ay ay ay.
Ay ay ay
ay.

¿Qué he sacado con el lirio, ay ay ay,
que plantamos en el patio, ay ay ay?,
no era uno el que plantaba, ay ay ay,
eran dos enamorados, ay ay ay.
Hortelano, tu plantío, ay ay ay,
con el tiempo no ha cambiado, ay. ay ay.
Ay ay ay
ay.

¿Qué he sacado con la sombra, ay ay ay
del aromo por testigo, ay ay ay,
y los cuatro pies marcados, ay ay ay,
en la orilla del camino, ay ay ay?
¿Qué he sacado con quererte, ay ay ay,
clavelito florecido, ay ay ay?
Ay ay ay
ay.

Aquí está la misma luna, ay ay ay,
y en el patio el blanco lirio, ay ay ay,
los dos nombres en el muro, ay ay ay,
y tu rostro en el camino, ay ay ay.
Pero tú, paloma ingrata, ay ay ay,
ya no arrullas en mi nido, ay ay ay.
Ay ay ay
ay.

Violeta Parra
(1964-1965)

lunes, 4 de octubre de 2010

Lili bat




lili bat


hartu

eta hostoz hosto

erantzi

eta harek zu ere

amets

eta harek zu ere

erantzi

eta hostoz hosto

hartu

lili bat...
 
 
Mikel Laboa
 

 
Coge una flor,


y pétalo a pétalo,

desnúdala.

Y ella también te sueña,
y ella también te desnuda.

Y pétalo a pétalo,

coge una flor..."

Nadia




Nadia teme a los gatos y vive frente a una iglesia.
Nadia resuelve puzzles y va a mirar los trenes.
Nadia lleva el nombre de una muchacha muerta
En año que filmaron “Grandes Ilusiones”.

Nadia es silenciosa como un cuaderno de croquis.
Nadia creció en el pueblo como el árbol más simple
Y con ella me entiendo sin decir palabra
Porque los árboles se entienden tocando sus raíces.

Nadia no tiene edad porque ella es la nube
Que siempre va a volver a mirarse en el río.
Nadie vivirá en mí sin que yo me dé cuenta
Como un guijarro blanco brilla al fondo de un pozo.

Jorge Teillier



Música y voz de Victor Becerra.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Allégeance




Dans les rues de la ville il y a mon amour. Peu importe où il va dans le temps divisé. Il n’est plus mon amour, chacun peut lui parler. Il ne se souvient plus; qui au juste l’aima?

Il cherche son pareil dans le voeu des regards. L’espace qu’il parcourt est sa fidélité. Il dessine l’espoir et léger l’éconduit. Il est prépondérant sans qu’il y prenne part.

Je vis au fond de lui comme une épave heureuse. A son insu, ma solitude est son trésor. Dans le grand méridien où s’inscrit son essor, ma liberté le creuse.

Dans les rues de la ville il y a mon amour. Peu importe où il va dans le temps divisé. Il n’est plus mon amour, chacun peut lui parler. Il ne se souvient plus; qui au juste l’aima et l’éclaire de loin pour qu’il ne tombe pas?


Juramento

La ciudad la recorre paso a paso mi amor. Poco importa hacia dónde en el tiempo dividido. Ahora ya no es mi amor, todos pueden hablarle. Ya no recuerda, ¿quién le amó de entre nosotros?

Busca a su semejante en las miradas votivas. El espacio que avanza es su fidelidad. Dibuja la esperanza y ligero la desvía. En su preponderancia no ha tomado partido.

Vivo en su fondo como un ahogado feliz. Él no lo sabe: mi soledad es su tesoro. En el gran meridiano en que surte mi vuelo, mi libertad le horada.

La ciudad la recorre paso a paso mi amor. Poco importa hacia dónde en el tiempo dividido. Ahora ya no es mi amor, todos pueden hablarle. Ya no recuerda, ¿quién le amó de entre nosotros y de lejos le alumbra para que no se caiga?

Desejos Vâos



Eu queria ser o Mar de altivo porte
Que ri e canta, a vastidão imensa!
Eu queria ser a Pedra que não pensa,
A pedra do caminho, rude e forte!

Eu queria ser o Sol, a luz intensa,
O bem do que é humilde e não tem sorte!
Eu queria ser a árvore tosca e densa
Que ri do mundo vão e até da morte!

Mas o Mar também chora de tristeza…
As árvores também, como quem reza,
Abrem, aos Céus, os braços, como um crente!

E o Sol altivo e forte, ao fim de um dia,
Tem lágrimas de sangue na agonia!
E as Pedras… essas… pisa-as toda a gente!…

Florbela Espanca





Yo quería ser el mar de altivo porte,
que canta y ríe, vastedad inmensa!
Quería ser la piedra que no piensa,
la piedra del camino ruda y fuerte!

Yo quería ser Sol, la luz intensa,
el bien de lo que humilde no halla suerte,
Quería ser el árbol tosco y denso
que ríe el mundo vano y aun la muerte!

Pero el mar también llora de tristeza,
los árboles también, como quien reza,
abren brazos al cielo cual creyente!

Y el sol altivo y fuerte al fin del díajavascript:void(0)
lágrimas da de sangre en su agonía!
Y las piedras... las pisa toda gente!

Mar português




Se o oceano não fosse
essa casa de Cabral
esse sal, que à água doce
trouxe às naus de Portugal

O movimento maior
que levanta o albatroz
num grito que deu a voz
à fala do Adamastor

Se o mar não fosse o caminho
das terras da nossa terra
que guerras teria a paz
que paz nos traria a guerra

Ai, se este mar não soubera
o que ninguém adivinha
que nova carta escrevera
o Pêro Vaz de Caminha

E as índias da nossa idade
no mais fundo da viagem
dão vice-reis da coragem
guerreiros da eternidade

Esse mar que Luíz Vaz
derrotou com um poema
mensagem que o tempo traz
porque tudo vale a pena

Há esse cântico negro
do mais régio dos encantos
de alma grande tão pequena
que nunca atrevera tanto

Fez-se ao mar a caravela
com panos de liberdade
e ao cheiro de outra canela
o reino fez-se cidade

Ai, se este mar não soubera
o que ninguém adivinha
que nova carta escrevera
o Pêro Vaz de Caminha
E as índias da nossa idade
no mais fundo da viagem
dão vice-reis da coragem
guerreiros da eternidade.

Fernando Pessoa

viernes, 24 de septiembre de 2010

Canción para dormir a un niño mapuche



Lloran los niños, lloran
Vinieron los zorros, vinieron  

Los niños tuvieron miedo 
Váyanse, zorros, váyanse 
los niños tuvieron miedo  
Duerma, niño, duerma 
El zorro ya se va. 




http://www.pichimalen.com/

Oda a la fertilidad de la tierra



Tierra, la primavera
se elabora en mi sangre,
siento
como si fuera
árbol, territorio,
cumplirse en mí los ciclos
de la tierra,
agua, viento y aroma
fabrican mi camisa,
en mi pecho terrones
que allí olvidó el otoño
comienzan a moverse,
salgo y silbo en la lluvia,
germina el fuego en mis manos,
y entonces
enarbolo
una bandera verde
que me sale del alma,
soy semilla, follaje,
encino que madura,
y entonces todo el día,
toda la noche canto,
sube de las raíces el susurro,
canta en el viento la hoja.

Desnuda eres tan simple




Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
Lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
Tienes líneas de luna, caminos de manzana,
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.


Desnuda eres azul como la noche en Cuba,
Tienes enredaderas y estrellas en el pelo,

Desnuda eres enorme y amarilla
Como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
Curva, sutil, rosada hasta que nace el día
Y te metes en el subterráneo del mundo

Como en un largo túnel de trajes y trabajos:
Tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
Y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.

Pablo Neruda, Cien sonetos de amor.



Musicalización de Evy Ferrer
En negrita, los versos cantados.

Tengo hambre de tu boca



Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de Quitatrúe.


Pablo Neruda, Cien sonetos de amor

viernes, 6 de agosto de 2010

El Reloj









............................Escucha o descarga aquí: “El Reloj” , de Efraín Barquero.



Noticia sobre "Estrellamar" en Chile para niños

jueves, 29 de julio de 2010

Invictus






I Am The Captain Of My Soul


Out of the night that covers me
black as the pit from pole to pole
I thank whatever gods may be
for my unconquerable soul

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud
Under the bludgeonings of chance
my head is bloody, but unbowed

Beyond this place of wrath and tears
looms but the horror of the shade
and yet the menace of the years
finds, and shall find me, unafraid

It matters not how strait the gate
how charged with punishments the scroll
I am the master of my fate
I am the captain of my soul


"Invictus,"
by William Earnest Henley



Bajo la noche que me cubre
negra como el fondo del pozo,
agradezco no sé a qué dioses
por mi ánima inconquistable

En las garras circunstanciales
no he gemido o clamado en alto;
bajo los golpes del azar
sangra mi frente: no se inclina

Este lugar de iracundia y hiel
cueva es de horrores y de sombras,
mas la amenaza de los años
me halla y me hallará sin miedo

No importa la estrechez del paso,
cuánto castigue la sentencia,
soy el dueño de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

lunes, 12 de julio de 2010

Sayenco recuerda a Sergio Oiarzabal



A modo de pequeño homenaje póstumo a Sergio Oiarzabal, la revista Sayenco incluye tres poemas suyos, uno de ellos inédito, que él mismo envió para la revista.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Las desiertas abarcas





Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.


Miguel Hernández





Silbo del dale



Dale al aspa, molino,
hasta nevar el trigo.

Dale a la piedra, agua,
hasta ponerla mansa.

Dale al molino, aire,
hasta lo inacabable.

Dale al aire, cabrero,
hasta que silbe tierno.

Dale al cabrero, monte,
hasta dejarle inmóvil.

Dale al monte, lucero,
hasta que se haga cielo.

Dale, Dios, a mi alma,
hasta perfeccionarla.

Dale que dale, dale,
molino, piedra y aire,

cabrero, monte, astro,
dale que dale largo.

Dale que dale, Dios,
¡ay!
Hasta la perfección.


Miguel Hernández

El mundo de los demás


El mundo es como aparece
ante mis cinco sentidos,
y ante los tuyos que son
las orillas de los míos.

El mundo de los demás
no es el nuestro: no es el mismo.

Imágenes de la vida:
cada vez las recibimos,
nos reciben entregados
más unidamente a un ritmo.

Pero las cosas se forman
con nuestros propios delirios.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.

Trabajo y amor me cuesta
conmigo así, ver contigo:
aparecer, como el agua
con la arena, siempre unidos.

Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.

Somos algo más que vemos,
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.

Nadie nos ha visto. A nadie
ciegos de ver, hemos visto.

Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia adentro,
vemos desde lo más íntimo.


Miguel Hernández.


Uno de aquellos



Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.

Uno de aquellos,
uno de aquellos,
si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
tú eres uno de aquellos.

Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
con todas sus banderas,
con todas sus banderas.
Tú eres uno de aquellos:
un alma sin fronteras.

Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
que tu aliento llenara de movimientos bellos.
Quisiste apaciguar la sed de las panteras,
y flameaste henchido contra sus atropellos.

Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
con todas sus banderas,
con todas sus banderas.
Tú eres uno de aquellos:
un alma sin fronteras.

Con un sabor a todos los soles y los mares,
tu majestad de árbol que abarca un continente.
A través de tus huesos irán los olivares
abrazando a los hombres universal, fielmente.


Miguel Hernández

El Hambre



Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

El hambre…
Tened presente el hambre.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja los estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Miguel Hernández

Sólo quien ama vuela



VUELO

Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir: apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de batirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.

Miguel Hernández, 1910-1942.




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Hijo de la luz y de la sombra




Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
y yo soy el mediodia.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
y yo soy el mediodia.

Caudalosa mujer: en tu vientre me entierro.
Tu caudaloso vientre será mi sepultura.
Si quemaran mis huesos con la llama del hierro,
verían que grabada llevo allí tu figura.

Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos,
seguiremos besándonos en el hijo profundo.
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.

Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
Eres la noche, esposa
y yo soy el mediodia.

Eres la noche, esposa; yo soy el mediodía.

Miguel Hernández



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lunes, 8 de marzo de 2010

Vergüenza



Grupo Femenino Newen - Verguenza Texto: Gabriela Mistral Música: Sandra Jería (Grupo Newen) Disco: Fuerza de Mujer


Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana, al descender al río,
la que besaste llevará hermosura!


GABRIELA MISTRAL

miércoles, 24 de febrero de 2010

Revista Sayenco

Eli Tolaretxipi -poeta y traductora de merecido prestigio- se suma a Sayenco. Desde un sueño real, lúcida alucinada, hunde su mano en la verdad doliente más allá de los ciegos filósofos. El poema que nos ha remitido está incluído en su último poemario -el enlace está en la revista.

A partir de ahora las colaboraciones recibidas serán reservadas para el próximo número -ya contamos con algunas.


Taller Literario Del Liceo Gabriela Mistral De

domingo, 21 de febrero de 2010

Oda al libro



He aprendido la vida
de la vida,
el amor lo aprendí de un solo beso,
y no pude enseñar a nadie nada
sino lo que he vivido,
cuanto tuve en común con otros hombres,
cuanto luché con ellos:
cuanto expresé de todos en mi canto.

Yo no vengo de un tomo,
mis poemas
no han comido poemas,
devoran
apasionados acontecimientos,
se nutren de intemperie,
extraen alimento
de la tierra y los hombres.
Libro, déjame andar por los caminos
con polvo en los zapatos
y sin mitología:
vuelve a tu biblioteca,
yo me voy por las calles.

Pablo Neruda.

Musicalización: Evy Ferrer




Poema completo:

Oda al libro

Libro, cuando te cierro
abro la vida.
Escucho
entrecortados gritos
en los puertos.
Los lingotes del cobre
cruzan los arenales,
bajan a Tocopilla.
Es de noche.
Entre la islas
nuestro océano
palpita con sus peces.
Toca los pies, los muslos,
Las costillas calcáreas
de mi patria.
Toda la noche pega en sus orillas
y con la luz de día
amanece cantando
como si despertara una guitarra.
A mí me llama el golpe
del océano. A mí
me llama el viento,
y Rodríguez me llama,
José Antonio,
recibí un telegrama
del sindicato "Mina"
y ella, la que yo amo
(no les diré su nombre),
me espera en Bucalemu.
Libro, tú no has podido
empapelarme,
no me llenaste
de tipografía,
de impresiones celestes,
no pudiste
encuadernar mis ojos,
salgo de ti a poblar las arboledas
con la ronca familia de mi canto,
a trabajar metales encendidos
o a comer carne asada
junto al fuego en los montes.
Amo los libros
exploradores,
libros con bosque o nieve,
profundidad o cielo,
pero
odio
el libro araña
en donde el pensamiento
fue disponiendo alambre venenoso
para que allí se enrede
la juvenil y circundante mosca.
Libro, déjame libre.
Yo no quiero ir vestido
de volumen,
yo no vengo de un tomo,
mis poemas
no han comido poemas,
devoran
apasionados acontecimientos,
se nutren de intemperie,
extraen alimento
de la tierra y los hombres.
Libro, déjame andar por los caminos
con polvo en los zapatos
y sin mitología:
vuelve a tu biblioteca,
yo me voy por las calles.

He aprendido la vida
de la vida,
el amor lo aprendí de un solo beso,
y no pude enseñar a nadie nada
sino lo que he vivido,
cuanto tuve en común con otros hombres,
cuanto luché con ellos:
cuanto expresé de todos en mi canto
.

Oda a la lluvia




Yo creo
que algún día,
que inscribiremos
en el calendario,
tendrán techo seguro,
techo firme,
los hombres en su sueño,
todos
los dormidos,
y cuando en la noche
la lluvia
regrese
de mi infancia
cantará en los oídos
de otros niños
y alegre
será el canto
de la lluvia en el mundo,
también trabajadora,
proletaria,
ocupadísima
fertilizando montes
y praderas,
dando fuerza a los ríos...


Pablo Neruda.




http://evyferrer.blogspot.com/2007/04/oda-la-lluvia.html


Poema completo (en negrita el fragmento musicalizado):

Oda a la lluvia


Volviò la lluvia.
No volviò del cielo
o del oeste.
Ha vuelto de mi infancia.
Se abriò la noche, un trueno
la conmoviò, el sonido
barriò las soledades,
y entonces,
llegò la lluvia,
regresò la lluvia
de mi infancia,
primero
en una ráfaga
colérica,
luego
como la cola
mojada
de un planeta,
la lluvia
tic tac mil veces tic
tac mil
veces un trineo,
un espacioso golpe
de pétalos oscuros
en la noche,
de pronto
intensa
acribillando
con agujas
el follaje,
otras veces
un manto
tempestuoso
cayendo
en el silencio,
la lluvia,
mar de arriba,
rosa fresca,
desnuda,
voz del cielo,
violín negro,
hermosura,
desde niño
te amo,
no porque seas buena,
sino por tu belleza.
Caminé
con los zapatos rotos
mientras los hilos
del cielo desbocado
se destrenzaban sobre
mi cabeza,
me traían
a mí y a las raíces
las comunicaciones
de la altura,
el oxígeno húmedo,
la libertad del bosque.
Conozco
tus desmanes,
el agujero
en el rejado
cayendo
su gotario
en las habitaciones
de los pobres:
allí desenmascaras
tu belleza,
eres hostil
como una
celestial
armadura,
como un puñal de vidrio,
transparente,
allí
te conocí de veras.
Sin embargo,
enamorado
tuyo
seguí
siendo,
en la noche
cerrando la mirada
esperé que cayeras
sobre el mundo,
esperé que cantaras
sòlo para mi oído,
porque mi corazòn guardaba
toda germinaciòn terrestre
y en él se precipitan los metales
y se levanta el trigo.
Amarte, sin embargo
me dejò en la boca
gusto amargo,
sabor amargo de remordimiento.
Anoche solamente
aquí en Santiago
las poblaciones
de la Nueva Legua
se desmoronaron,
las viviendas
callampas,
hacinados
fragmentos de ignominia,
al peso de tu paso
se cayeron,
los niños
lloraban en el barro
y allí días y días
en las camas mojadas,
sillas rotas,
las mujeres,
el fuego, las cocinas,
mientras tú, lluvia negra,
enemiga,
continuabas cayendo
sobre nuestras desgracias.
Yo creo
que algún día,
que inscribiremos
en el calendario,
tendrán techo seguro,
techo firme,
los hombres en su sueño,
todos
los dormidos,
y cuando en la noche
la lluvia
regrese
de mi infancia
cantará en los oídos
de otros niños
y alegre
será el canto
de la lluvia en el mundo,
también trabajadora,
proletaria,
ocupadísima
fertilizando montes
y praderas,
dando fuerza a los ríos
,
engalanando
el desmayando arroyo
perdido en la montaña
trabajando
en el hielo
de los huracanados
ventisqueros,
corriendo sobre el lomo
de la ganadería,
dando valor al germen
primaveral del trigo,
lavando las almendras
escondidas,
trabajando
con fuerza
y con delicadeza fugitiva,
con manos y con hilos
en las preparaciones de la tierra.

Lluvia
de ayer,
oh triste
lluvia
de Loncoche y Temuco,
canta,
canta,
canta sobre los techos
y las hojas,
canta en el viento frío,
canta en mi corazòn,
en mi confianza,
en mi techo, en mis venas,
en mi vida,
ya no te tengo miedo,
resbala
hada la tierra
cantando con tu canto
y con mi canto,
porque los dos tenemos
trabajo en las semillas
y compartimos
el deber cantando.

Pablo Neruda

miércoles, 17 de febrero de 2010

Riqueza





Tengo la dicha fiel
y la dicha perdida:
la una como rosa,
la otra como espina.
De lo que me robaron
no fui desposeída;
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida,
y estoy rica de púrpura
y de melancolía.
¡Ay, qué amante es la rosa
y qué amada la espina!
Como el doble contorno
de dos frutas mellizas
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida.

Gabriela Mistral.



http://www.paulabatarce.scd.cl/


Compra el disco

El amor que calla



Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres, tan oscuro.

Tú lo quisieras vuelto en alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte!

Gabriela Mistral, Desolación.

Soneto a la Yaya



Querida yaya, como el buen Cervantes
en prisiones oscuras nos hallamos.
Lo que importa está libre: nos amamos
su hija y yo, señora, más que antes.

Mas no es sólo el fervor de ser amantes
la alegría actual, sino el empeño
de dedicar a la verdad de un sueño
nuestras vidas contantes y sonantes.

Mirando al exterior, oh prisión mía,
oigo risas que llegan a mis huesos:
hay quien se piensa libre todavía.

Pero a pesar de todos los procesos
la noche es enemiga, nuestro el día:
nosotros somos libres y ellos presos.

Alfonso Sastre


Tristes guerras




Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.


Miguel Hernández,
Cancionero y romancero de ausencias.




La luna



La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas


Jaime Sabines.



Jaime Sabines. Homenaje Nacional en el "Palacio de Bellas Artes" de México. 30 Marzo de 1996.

Barrilete




Alta flor de las nubes
-lo mejor del verano-
con su tallo de música
en mi mano sembrado.
Regalo de noviembre,
nuevo todos los años:
para adornar el día,
para jugar un rato.
Banderola de fiesta
que se escapa, volando...
Pandereta que agitan
remolinos lejanos.
Pececillo del aire
obstinado en el salto;
pájaro que se enreda
en su cola de trapo.
Luna de mediodía
con cara de payaso;
señor del equilibrio,
bailarín del espacio.
Ala que inventa el niño
y se anuda a los brazos.
Mensaje a lo celeste.
Corazón del verano.

Claudia Lars (Armenia, 1899- El Salvador, 1974).

El viento, el tiempo



No se trata de hallar un culpable,
las historias no acaban porque alguien escriba la palabra fin,
no siempre hay un asesino, algunas veces toca morir
lo que viene y se va
como suele pasar
el viento el tiempo

Márchate si ha llegado la hora,
date prisa que como ya sabes es muy impaciente el amor,
no malgastes ni un segundo,
después de darle cuerda al reloj,
que un cumplido de mas,
no te valla a robar el tiempo, el tiempo.

Y no queda nada
las espinas las rosas se la llevo el viento, el tiempo.

Ahora solo la vida te espera,
con los brazos abiertos y el firme deseo de hacerte feliz,
puedes irte cuando quieras,
no hay muros que te impidan salir,
y no mires atrás,
que te va a despeinar el viento, el viento.

Que difícil decirte hasta luego,
cuando nace el terror de perderte este miedo a no verte jamás,
ya no hay puntos suspensivos,
llego el rotundo punto final,
cuando la soledad, solo espera matar,
el tiempo, el tiempo
y no queda nada las espinas las rosas se las llevo, el viento, el tiempo.

Luis Eduardo Aute

Vengo de la mediocridad de las ciudades



Vengo de la mediocridad de las ciudades,
vi de muy cerca, drogas y altas murallas,
mujeres atropelladas por el amor,
animales inscriptos en la seguridad social.

Caminaba por la calle y no miraba a nadie
caminaba por la calle y nadie me miraba.

Dejaba que el tiempo pasara por mi pluma,
dejaba caer sobre el papel, en blanco, la vida,
la vida plena, abierta, humana, que ya no viviré.

Miguel Óscar Menassa

MENOS UNO



A mi padre

Cuando morías, aún, vivía encadenado
y casi muero contigo entre cadenas.
Después fui levantando la cabeza
y un lazo de tristeza nos unía:
ser extranjero como vos,
sin padre como vos,
esperando,
en la próxima muerte,
mi muerte.
Recuerdo tus ojos a mi edad, llenos de fe,
con el brillo de quien espera de la vida,
todo,
el mundo, tu familia, tus hijos por doquier.
Te veo cavilando, solo como una roca, mi destino.
En medio de tus cavilaciones, alto y fragante,
con aquellos aromas del humo y del jazmín,
breves relatos de tu infancia.
Galopando ciego en tus ambiciones descubrí el universo
Busqué entre las estrellas un trozo de tu cuerpo
y todo era luz.
Palabras de tus palabras
sigo soñando el cuento aquel donde todo era amor.
Aferrado a tu manera de decir las cosas
guardo silencio.

Miguel Menassa

martes, 9 de febrero de 2010

Pasional Bilbao

Pasional.mp3


Texto:Sergio Oiarzabal
Voz: MÓNIKA Nude



Podría matarte. Sé a qué hora sales y a qué hora regresas a tu casa de alivio fingido cada día. Descubro el perfume a esencia firme de tus entrañas en cualquier otro recuerdo. Si te mirara a los ojos, si me leyeras los labios, soñarías con la escultura de mi intención última y no sería necesaria siquiera, la frente del cielo amaneciendo al delirio de un otoño. Podría matarte. Susurro tu alma en mitad de la calle y al volver la cabeza hacia mi voz condenada, ves tan sólo niñas desnudas enterrando sus muñecas negras. Podría matarte. Cada noche te lamo la boca mientras duermes, tú no lo sabes, y dejo sobre tu vientre una vela morada encendida que habrá de consumirse antes de que amanezca, antes, porque ella, insondable y pura, le pertenece al viento. Podría matarte.Hacer resbalar por mi silencio envenenada, una lágrima de anciano hasta el círculo vicioso de tu copa de sangres prohibidas, acaso como la prueba más fehaciente que delate mi presencia y su sombra en armas por una ingobernable patria sin raíces. Podría matarte. Aguardar el suspiro que abrase todos los puentes definitivos en esta lengua de mazmorra y al fin poder gemirte al oído mientras duermes, oscuramente bella, tú no lo sabes, la música inviolable del resurgir del mejor de los pecados. Podría matarte. Decir con odio de viejo amante cuánto te amo, mientras sueñas clamor y triunfo en los palacios tomados, para que jamás tengas memoria de ello, para que sólo recuerdes al despertar pájaros de huesos volando sobre tu infancia, para que así parezca que no has vivido. podría matarte. lapidar mientras duermes la ventana y las puertas de tu alcoba y arrojar serpientes a los pies de tu cama antes de colocar un último ladrillo de oro y escuchar después, sin olvido, tras las paredes, cada una de tus palabras en vigilia, avivándose como el incendio en las catedrales del cielo, cegadas de barrios bajos, perdidamente, hasta el alarido más desamparado del abandono. Podría matarte.

jueves, 4 de febrero de 2010

La palabra




Desdeñarás tu verbo, el que no te ha aplacado;
no amarás como un hijo el canto que entregaste.
En cada uno de ellos, hombre, te traicionaste,
dijiste otro mensaje, y no el tuyo, sagrado.

Mejor expresa el alma del granado su fruta
de frenesí; mejor, la pluma azafranada
del faisán de oro, dice su Persia apasionada,
y mejor dice el polvo la gran sed de la ruta.

Y mejor todavía, las madre-perlas, duras,
tornasoladas como los ojos de Proteo,
y la medusa que muda como el deseo,
dicen al mar y son sus fieles criaturas.

Hiciste tu palabra con tu carne más roja
y te dolió arrancar su almendra ensangrentada.
El canto fue la médula de tus huesos volteada;
pero, fuera de ti, tu canción es tu mofa.

No tiembla como tiembla tu boca con jadeo
y no entrega la rima tu entrechocar de dientes.
Se muere el canto, como la salamandra ardiente,
saliendo de tu entraña, torcida de deseo.

Gabriela Mistral, del libro inédito Almácigo.

Musicalizado por Manuel Sánchez



miércoles, 3 de febrero de 2010

Le déserteur




Monsieur le Président
Je vous fais une lettre
Que vous lirez peut-être
Si vous avez le temps
Je viens de recevoir
Mes papiers militaires
Pour partir à la guerre
Avant mercredi soir
Monsieur le Président
Je ne veux pas la faire
Je ne suis pas sur terre
Pour tuer des pauvres gens
C'est pas pour vous fâcher
Il faut que je vous dise
Ma décision est prise
Je m'en vais déserter

Depuis que je suis né
J'ai vu mourir mon père
J'ai vu partir mes frères
Et pleurer mes enfants
Ma mère a tant souffert
Elle est dedans sa tombe
Et se moque des bombes
Et se moque des vers
Quand j'étais prisonnier
On m'a volé ma femme
On m'a volé mon âme
Et tout mon cher passé
Demain de bon matin
Je fermerai ma porte
Au nez des années mortes
J'irai sur les chemins

Je mendierai ma vie
Sur les routes de France
De Bretagne en Provence
Et je dirai aux gens:
Refusez d'obéir
Refusez de la faire
N'allez pas à la guerre
Refusez de partir
S'il faut donner son sang
Allez donner le vôtre
Vous êtes bon apôtre
Monsieur le Président
Si vous me poursuivez
Prévenez vos gendarmes
Que je n'aurai pas d'armes
Et qu'ils pourront tirer

Boris Vian

Le déserteur en Wikipedia



Serge Reggiani recita Le dormeur du val de Rimbaud, y después canta Le déserteur:




EL DESERTOR

Señor Presidente
Le escribo solo estas letras,
que a lo mejor hasta lee,
si tiene tiempo pa' ello.
Recibo en este momento
mis papeles militares
para irme a la guerra
Antes del miércoles tarde.
Señor Presidente,
Pero yo no quiero hacerla.
yo no estoy aquí en la Tierra
pa' matar a unos probes hombres.
Me da igual que usted se enfade
por lo que vengo a decirle.
Mi decisión es tomada,
ya que voy a desertar.

El día en que nací,
he visto a mi padre morir,
a mis hermanos marchar,
y vi a mis hijos llorar.
Cuando me metieron preso,
me robaron la mujer,
y me robaron la fe
con sus recuerdos queridos.
Y de haber sufrido tanto
mi madre se fue a la tumba
lo mismo le dan ya bombas
lo mismo le dan las larvas.
Mañana, de madrugada,
yo mi puerta cerraré
en narices de años muertos.
Y saldré por los caminos.

Y mendigaré mi vida
por los caminos de Francia,
desde Bretaña a Provenza,
y a la gente le diré :
"No debéis obedecer,
no debéis hacer la guerra,
y no cojáis el petate,
ni vayáis hacia el cuartel."
Si hubiera que dar la sangre,
vaya usted y de la suya
ya que buen apóstol es,
Señor Presidente.
Por si me quiere buscar,
dé este aviso a sus gendarmes
de que no llevaré armas
y que podrán disparar.

Versión literal de Marcelo Saenz Rojos

domingo, 24 de enero de 2010

En estos días




En estos días, todo el viento del mundo sopla en tu dirección
La osa mayor corrige la punta de su cola
Y te corona con la estrella que guía: la mía

Los mares se han torcido con no poco dolor hacia tus costas
La lluvia dibuja en tu cabeza la sed de millones de árboles
Las flores te maldicen muriendo, celosas

En estos días no sale el sol, sino tu rostro
Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos
¡Ay!, de estos días terribles
¡Ay!, de lo indescriptible

En estos días no hay absolución posible para el hombre
Para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega
Ese animal remoto que devora y devora primaveras

En estos días no sale el sol, sino tu rostro
Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos
¡Ay!, de estos días terribles
¡Ay!, del nombre que lleven
¡Ay!, de cuantos se marchen
¡Ay!, de cuantos se queden

¡Ay!, de todas las cosas
Que hinchan este segundo
¡Ay!, de estos días terribles
Asesinos del mundo

Silvio Rodríguez.




Compra el disco

jueves, 14 de enero de 2010

Canción del verano


Canción del Verano

Jose Blanco | Vídeos musicales MySpace





Como el verano he nacido
para el sueño y el placer
para madurar los soles
hasta recoger su almíbar

como el verano he nacido
para el jugo y la alegría
para albergar un enjambre
de luciérnagas fugaces
en noche imperecedera

como el verano he nacido
para aquilatar las pieles
para atusar cabelleras
y dilatar las pupilas
donde fijar residencia

como el verano he nacido
para olvidar las promesas
que hiciera la primavera
las promesas son cansancio
un disfraz del corazón
afanado en devorar
las heces de su letargo

como el verano he nacido
para el aquí y el ahora
para enmudecer los grillos
cuando la sangre se adensa
y con dulzura imposible
el cielo acama la hierba

como el verano he nacido
para el eterno retorno
mas si el deseo no vuelve
quizá el amor sobreviva
al clamor de las cigarras.


José Blanco
(Del libro Las nubes, Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2006)