viernes, 17 de julio de 2009

La casa vacía




Como se abraza un árbol a la vida
cuando, engolfado, el vendaval arrecia,
como el surco en barbecho permanece
aguardando a la siembra sin un fruto,
así tu sombra errante por la casa
reclama de las horas adormidas
el gozo del abrazo de los suyos.
Desierto en ti, con ademán de espera,
en un trasunto ciego de la sangre
remueves los objetos por el cuarto
para que tengan vida - dices. Es
el oscuro rigor de la distancia,
el dolor que se encastra en la paredes
como el humo de un tiempo sin sentido.
La tarde vela aún el robledal
y la luz (sólo un rastro) que se asoma
al teléfono sordo, lentamente,
conduce a los postigos de la noche
con su mudez tan negra. Y te desatas,
desnudo, entre la huera turbamulta
a tomar posesión de sus fantasmas.


Felipe Fuentes García.

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