viernes, 19 de junio de 2009

Rima IV

Allá en la playa quedó la niña.
¡Arriba el ancla! ¡Se va el vapor!
El marinero canta entre dientes.
Se hunde en el agua trémula el sol.
¡Adiós! ¡Adiós!

Sola, llorando sobre las olas,
mira que vuela la embarcación.
Aún me hace señas con el pañuelo
desde la piedra donde quedó.
¡Adiós! ¡Adiós!

Vistió de negro la niña hermosa.
¡Las despedidas tan tristes son!
Llevaba suelta la cabellera
y en las pupilas llanto y amor.
¡Adiós! ¡Adiós!

Rubén Darío.

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Tarde del trópico (IV)

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Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.

Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta,
llora.

Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
miserere.

La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.

Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.

Cual si fuese lo invisible...
cual si fuese el rudo son
que diese al viento un terrible
león.

Rubén Darío.

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Oración por Antonio Machado






































Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible se fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.


Rubén Darío.


jueves, 18 de junio de 2009

Chanson d'automne



Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon cœur
D'une langueur
Monotone.
Tout suffocant
Et blême, quand
Sonne l'heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure
Et je m'en vais
Au vent mauvais
Qui m'emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
feuille morte.

Paul Verlaine



Canción de otoño

Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.

Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.

Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.

Versión de Carlos Pujol


Por alusiones, Prevert con más hojas muertas. Une autre chanson d'automne, encore des feuilles mortes. Au Chili, on est encore en automne!!

Viento de amor

Por la cima del árbol iré
y te buscaré.

Por la cima del árbol he de ir,
por la cima del árbol has de venir,
por la cima del árbol verde
donde nada y todo se pierde.

Por la cima del árbol iré
y te encontraré.

En la cima del árbol se va
a la ventura que aún no está,
en la cima del árbol se viene
de la dicha que ya se tiene.

Por la cima del árbol iré
y te cogeré.

El viento la cambia de color
como el afán cambia el amor,
y a la luz de viento y afán
hojas y amor vienen y van.

Por la cima del árbol iré
y te perderé.

Juan Ramón Jiménez
La Estación Total con las Canciones de la Nueva Luz (1924-1936)

El pájaro enjaulado



Soy un canario amarillo y nuevo,
cuando me acurruco
parezco la yema de un huevo.
Pío, pío, pío
nunca tengo hambre,
nunca tengo frío.

En mi despiste,
se me olvidó el alpiste.

Quiero a Pepita y a Juan
porque me dan migitas de pan.

Quiero a Pepillo,
porque me trae un bocadillo
de mebrillo
y de lechuga,
con oruga.

Me relamo,
soy el amo.

Quiero a Marujita,
porque me trae agua fresquita.
En mi tacita.

Los niños me dan
hasta cortezas de tocino.
Y yo les doy mi trino.
Pío, pío, pío.

Vivo contento, -dice el canario-
en mi cárcel de alambre.
Nunca tengo frío.
Nunca tengo hambre.

Los niños no sé por qué me tienen preso.
No saben, que si me abrieran
la puerta de la jaula,
me quedaría con ellos.

Gloria Fuertes.

El sur

El sur como una larga,
lenta demolición.
El naufragio solar de las cornisas
bajo la putrefacta sombra del jazmín.
Rigor oscuro de la luz.
Se desmorona el aire desde el aire
que disuelve la piedra en polvo al fin.
Sombra de quién, preguntas,
en las callejas húmedas de sal.
No hay nadie.
La noche guarda ciegas,
apagadas ruinas, mohos
de sumergida luz lunar.
La noche. El sur.

José Ángel Valente.

Los dados eternos



Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

César Vallejo, Los heraldos negros.











Fuera

¡Ay, el aire yerto,
campana en el frío,
ojos en la escarcha!

En lo dentro, antes,
la casa era cuerpo
y el cuerpo era alma.

¡Ay, la blanca tierra,
el silencio, el humo
que al hogar levanta!

Ahora, caminando,
es el alma cuerpo,
la casa es el alma.

Juan Ramón Jiménez, Poesía (1917-1923)

Rosa, pompa, risa




Con la primavera
mis sueños se llenan
de rosas, lo mismo
que las escaleras
orilla del río.

Con la primavera
mis rosas se llenan
de pompas, lo mismo
que las torrenteras
orilla del río.

Con la primavera
mis pompas se llenan
de risas, lo mismo
que las ventoleras
orilla del río.


Juan Ramón Jiménez.

Oníricos




Querida amiga:

Me gustaba más vivir en aquella nación “Oníricos”.

Este país empieza a disgustarme. Hay más gente que en ningún otro lugar, ellos, visibles o invisibles, roban espacios que solo y únicamente descubrí en Oníricos.

Aquí el deseo pasa desapercibido, las caricias se confunden en gestos de acción y orden, los momentos son vacíos, los besos monocromáticos, los abrazos en orsay, los sentimientos…cobardemente disfrazados de poemas.

Los oídos se plastifican, los ojos se acristalan y la piel se empieza a curtir tomando el aspecto de un corambre cobrizo contra rozaduras.

“lo esencial es invisible a los ojos”

Este país nuevo que me disgusta se llama “Estanque”.

En “Estanque”, viven los que se olvidan de quienes somos, los que cuando disfrutan se les escapa compartirlo con otros, los que apenas aprendieron las buenas nuevas son incapaces, ajenos o no, a racionar y compartir.

“Estanque” tiene el sabor inconfundible al barro cubierto de ramajes, al nauseabundo aroma de la podredumbre, y su tacto hirsuto es capaz de cortar los dedos; Incluso dicen que puedan vivir oronjas verdes...y ya sabes lo venenosas que son.

Es sin duda un lugar para los que no saben volar de verdad, para los altivos “buscaelogios”, para los conformistas de las mentiras, para los ingenieros de lo absurdo, para los estudiosos de la hipótesis, para los atrofiados costumbristas…y tú de vez en cuando paseas por” Estanque” y yo me dejo arrastrar acompañada de adornos para que huela mejor.
Querida amiga,me gustaba más vivir en aquella nación, Oníricos, la nuestra.


Mónika Nude.

martes, 16 de junio de 2009

Releo serenamente el mar





Releo serenamente el mar
que pasa página:
la tarde es un clamor incandescente
que espira contra mi
como un hálito
de la noche que llega.

Solos,
tu ausencia y yo y el efímero grito de la ola
que inquiere del paisaje una respuesta
que nunca llegará.
Si efímero es el grito que se muere
desarraigado entre el llanto y la espera,
inquietante es la espera
del grito que no grita,
y la palabra que nunca se pronuncia
porque terminarán viviendo de esa herida.

Y el tiempo es un perfil anestesiado
que percibe mi voz
y se pregunta:
cómo callar entonces,
cómo no desandar ese camino
que me anuda al silencio.

Venezia Lesseps

Arte poética



Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
hacedla florecer en el poema.

Sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el sol.

El poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro.

España, aparta de mí este cáliz




Niños del mundo,
si cae España -digo, es un decir-
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!

Si cae -digo, es un decir- si cae
España, de la tierra para abajo,
niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptóngo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!

Niños,
hijos de los guerreros, entretanto,
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
con su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera hablando y habla y habla,
la calavera, aquella de la trenza,
la calavera, aquella de la vida!

¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llando
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta; si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!…

César Vallejo.



Recitado.

Autobiografía

















Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Luis Rosales.


(Imagen:Decalcomanía, René Magritte, 1966)



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Desnudos



















Por el mar vendrán
las flores del alba
(olas, olas llenas
de azucenas blancas),
el gallo alzará
su clarín de plata.

Hoy! te diré yo
tocándote el alma).

¡O, bajo los pinos,
tu desnudez malva,
tus pies en la tierna
yerba con escarcha,
tus cabellos verdes
de estrellas mojadas!

(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana).

Levantará el gallo
su clarín de llama,
y la aurora plena,
cantando entre granas,
prenderá sus fuegos
en las ramas blandas.

Hoy!, te diré yo
tocándote el alma).

¡Oh, en el sol nacido,
tus sienes doradas,
los ojos inmensos
de tu cara maga,
evitando azules
mis negras miradas!

(...Y tú me dirás
huyendo: ¡Mañana!).

Juan Ramón Jiménez.





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Canción de cuna














La carita de Aída
tiene un antojo
que los ángeles pintan
con estrellinas de oro,

con estrellinas de oro
sujeticas al cielo,
en los labios perdidos
se tropiezan los besos;

se tropiezan los besos
entre mil arreboles,
mientras la niña ríe
los pucheros que pone,

los pucheros que pone
llevan todos regalo,
en los suaves hoyicos
de su rostro rosado;

de su rostro rosado
brillan cristales,
los ojitos de Aída
acunan los aires.

Antonio Piedra.





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Consejo para ciudadanos pacifistas


















Si una noche de luna te sientes intranquilo
y reptas por las calles igual que un cocodrilo
en busca de otro cuerpo con el que convivir,
si te lleva a su casa, si te invita a dormir,
cuídate, camarada,
puede haber un misil bajo la almohada.

Luis García Montero.





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Advenimiento









¡Oh luna, cuánto abril,
qué vasto y dulce el aire!
Todo lo que perdí
volverá con las aves.

Sí, con las avecillas
que en coro de alborada
pían y pían, pían
sin designio de gracia.

La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos.

Cantará el ruiseñor.
En la cima del ansia.
Arrebol, arrebol.
Entre el cielo y las auras.

¿Y se perdió aquel tiempo
que yo perdí?. La mano
dispone, dios ligero,
de esta luna sin año.

Jorge Guillén, Cántico.





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lunes, 15 de junio de 2009

Cantar del alma










¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche!




I

Aquella eterna fonte está ascondida.
¡Que bien sé yo do tiene su manida
aunque es de noche!

II

Su origen no lo sé pues no le tiene
mas sé que todo origen della viene
aunque es de noche.

III

Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben della
aunque es de noche.

IV

Bien sé que suelo en ella no se halla
y que ninguno puede vadealla
aunque es de noche.

V

Su claridad nunca es escurecida
y sé que toda luz de ella es venida
aunque es de noche.

VI

Sée ser tan caudalosos sus corrientes,
que infiernos cielos riegan y a las gentes
aunque es de noche.

VII

El corriente que nace desta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente
aunque es de noche.

VIII

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede
aunque es de noche.

IX

Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida
aunque es de noche.

X

Aquí se está llamando a las criaturas
y de esta agua se hartan, aunque a escuras
porque es de noche.

XI

Aquesta viva fuente que deseo
en este pan de vida yo la veo
aunque es de noche.


San Juan de la Cruz