miércoles, 1 de julio de 2009
Cuando aprieta el frío
Viajero que regresas
a esa ciudad del norte
donde una dulce nieve
empapa la razón,
donde llegan los barcos
cargados de preguntas
a muelles laboriosos
como mi corazón,
háblale de mi vida,
las autopistas negras
que atraviesan volando
mi terca soledad,
esa gente que pasa
por la calle, llevando
mi pensamiento al otro lado
de la ciudad...
Cuando de ella y de mí
queden sólo estos versos,
los hoteles que un día
quisimos compartir,
los coches aparcados
sobre nuestro recuerdo,
la Glorieta de Atocha
donde la conocí,
dile que estoy parado
al final de mí mismo
igual que un aduanero
sin nadie a quien multar,
como un autoestopista
debajo de la lluvia,
como la menopausia
de una mujer fatal.
Y dile que la echo de menos,
cuando aprieta el frío,
cuando nada es mío,
cuando el mundo es sórdido y ajeno.
Que no se te olvide.
Es de esas que dan
siempre un poco más
que todo... y nada piden.
Cuéntale que la extraño
y que me siento seco
igual que un presidente
dentro del autobús,
como una Kawasaki
en un cuadro del Greco,
Igual que un perro a cuadros,
igual que un gato azul.
Y dile que la echo de menos
cuando aprieta el frío,
cuando nada es mío,
cuando el mundo es sórdido y ajeno.
Que no se te olvide.
Es de esas que dan
siempre un poco más
que todo... y nada piden.
Benjamín Prado
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