Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros:
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de mí murmuran y exclaman: -Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;
sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?
(aventura del hermano muerto)
Mi yegua subía, lenta
con firmes pasos de bronce.
La noche de crucifijos
fungía sobre los montes.
Andaba el agua desnuda
en claras conversaciones
con los grillos y las piedras
y las buidas canciones.
«es mala noche, amigo,
y en el monte andan ladrones ».
¡Buen viejo! Me lo decía
allá en el campo de trojes
y un sobresalto rondaba
por sus pupilas de azogue.
Pero era buena la sombra,
madura, de oros y olores.
¿miedo? Mi yegua era firme
y yo llevaba un revolver
en el cinto, y en el pecho,
un ancho corazón de hombre.
Sin embargo, sin embargo,
Mi mano sobresaltóse.
Cuatro jinetes venían,
Pausados, bajando el monte.
Los vi recortarse negros,
Contra las constelaciones.
Mi bestia irguió las orejas
En agudos aguijones
Y la estría de un lucero
Rieló sobre mi revólver.
¡Quién vaaa!
Los vi detenerse,
Y mi voz multiplicándose,
Rebotando en los picachos
Como en cojín de resortes.
Cruzaba en ese momento
Un paso de angostos bordes:
A la derecha, el abismo,
Tinta o residuo de noche;
Adelante, los jinetes;
A la izquierda-muro- el monte.
Seguí avanzando en la sombra,
Hacia las sombras inmóviles.
Transpuesto el paso difícil,
me tropecé con sus voces:
-¿ A dónde marcha el amigo?
- Al pueblo de más al norte.
Me esperan mi vieja madre
y mis hermanos menores.
Los dejé un día de marzo;
cinco años van, desde entonces.
Ancha mi voz, y serena;
La suya, opaca, de cobre.
Miré brillar dos pupilas
En un fulgor de emociones.
Acompañaré al amigo
hasta que trasponga el monte.
Cinco jinetes tomaron
rumbo a las constelaciones.
Bajaron cinco jinetes,
con firmes pasos de bronce.
Cuatro pararon de pronto
Y el otro siguió hacia el norte,
Después de estrechar las manos
Tendidas de los cuatro hombres.
Clareó más tarde en el cielo.
Amanecer de limones
Palabras de agua liviana
Pájaros madrugadores.
Cerca, maitenes y boldos:
Lejos, Rancagua y sus torres;
Entre sus casas, mi casa,
Con ciruelos y parrones
¡ y mi madre, con sus ojos
de mares y de horizontes!
Detrás, el recuerdo grande
De un bandido que era un hombre.
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso...
¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
I know that I shall meet my fate Somewhere among the clouds above; Those that I fight I do not hate, Those that I guard I do not love; My country is Kiltartan Cross, My countrymen Kiltartan's poor, No likely end could bring them loss Or leave them happier than before. Nor law, nor duty bade me fight, Nor public men, nor cheering crowds, A lonely impulse of delight Drove to this tumult in the clouds; I balanced all, brought all to mind, The years to come seemed waste of breath, A waste of breath the years behind In balance with this life, this death.
William Butler Yeats UN AVIADOR IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE
Sé que encontraré mi destino en un lugar sobre las nubes; no aborrezco a quienes combato y no amo a los que protejo;
mi país es Kiltartan Cross, y sus pobres son mis paisanos, ningún final hará que pierdan ni podrá hacerles más felices.
Ni por deber ni ley peleo, ni multitudes, ni hombres públicos, sólo un impulso de delicia me trajo al mundo de las nubes;
consideré y sopesé todo, lo por venir y lo pasado sólo son malgastado aliento como esta vida y esta muerte. Versión de J.A.O.
Meli, meli. Meli,meli
Kiñe trafoy metawe mew
mvley Antv
Pu rvmentu mew mvley pizeñ
ellkawligvn ñi lonko egvn
ka femlu trokifiñ pu witrunko
Nieñmaperkelaeymu kvfvkvfvn
mi piwke
We Tripantu!, pi pu malen
ka ti mulfen nvayu mawvn
Wiñon, pifiñ egvn
fewla pichi wentru ta iñche
Pefimvn ti choyke?
Kvpalmvn make ka triwe
awkantuyiñ awarkuzen awkantun
Meli, meli. Meli, meli
Pvtokyiñ muzay, mvna azy
Wenu Mapu
Mvley pu aliwen ñi mutrung lien
(feymu azkintuley kom ñi Pewma
ka tvfey chi pu lewfv nawpay
Kvyen mu)
Meli, meli. Meli, meli
Eymi iñchu umawtuley Mapu Ñuke
ka puliwen fiskv ko
gaw ta tvfey
Meli, meli. Meli, meli
Ya!, zew mitray ta Antv.
AÑO NUEVO MAPUCHE
(NUEVA SALIDA DEL SOL)
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
y el Sol en un cántaro quebrado
Entre las hierbas las aves
esconden sus cabezas
y parece que la vertiente
posee el murmullo de tu corazón
We Tripantu!, dicen las niñas
y el rocío recogerá la lluvia
He vuelto, les digo
ahora soy un niño
¿Han visto al avestruz?
Traigan plantas, traigan flores
juguemos los juegos de los
Antepasados
muzay bebamos, que hermosos
en el cielo
están los árboles con sus troncos
de plata
(en ellos se miran estos Sueños
y los ríos que caen de la Luna )
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
Contigo he estado despierto
Madre Tierra
y en la mañana el agua fresca
es una constelación
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
¡Ya!, ha descansado el Sol.
Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...
Cuando todos se vayan a otros planetas yo quedaré en la ciudad abandonada bebiendo un último vaso de cerveza, y luego volveré al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la taberna y el niño a cabalgar en el balancín roto. Y en el pueblo no tendré nada que hacer, sino echarme luciérnagas a los bolsillos o caminar a orillas de rieles oxidados o sentarme en el roído mostrador de un almacén para hablar con antiguos compañeros de escuela. Como una araña que recorre los mismos hilos de su red caminaré sin prisa por las calles invadidas de malezas mirando los palomares que se vienen abajo, hasta llegar a mi casa donde me encerraré a escuchar discos de un cantante de 1930 sin cuidarme jamás de mirar los caminos infinitos trazados por los cohetes en el espacio. Jorge Teillier
Yo poeta declaro que escribir poesía es decir el estado verdadero del hombre es cantar la verdad es llamar por su nombre al demonio que ejerce la maldad noche y día.
El poeta es el grito que libera la tierra la primera montaña que divisa la aurora la campana que toca la canción de la hora el primer corazón que lastima la guerra.
Colocado en vanguardia sin que nunca desate su unidad con los pueblos su visión del conjunto el poeta es el hombre que primero está a punto para hacerse con bríos a la mar del combate.
El poeta es el pueblo que a morir se resiste en la súbita noche donde todo se olvida. Donde no hay libertad no hay poeta con vida. Ningún pájaro vuela donde el aire no existe.
Yo poeta declaro que la cólera es una cuando hay algo que atenta contra el sol que nos guía. Languidece el poeta si la tierra se enfría cuando no hay corazón ni justicia ninguna.
Yo poeta declaro que en el duro camino del tiempo el poeta se halla siempre un hermano. Yo poeta declaro que el poeta es humano aunque a veces nos haga presentir lo divino.
Tened presente el hambre, recordad su pasado
Turbio de capataces que pagaban en plomo
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado
Con yugos en el alma, con golpes en el lomo
El hambre paseaba sus vacas exprimidas
Sus mujeres resecas, sus devoradas ubres
Sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
Frente a los comedores y los cuerpos salubres
No habéis querido oir con orejas abiertas
El llanto de millones de ninos jornaleros
Ladrabais cuando el hambre llamaba a vuestras puertas
A pedir con la boca de los mismos luceros
Se ejercita en la bestia y empuna la cuchara
Dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
De tigres y en mis ojos la vision duele y pesa
Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas
Cicatrices y heridas, señales y recuerdos
Del hambre contra tantas barrigas satisfechas
Cerdos con un origen peor que el de los cerdos
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura
Eran sólo de aquellos que se llamaban amos
Para que venga el pan justo a la dentadura
Del hambre de los pobres, aquí estoy, aquí estamos
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
Los que entienden la vida como un motín sangriento
Como los tiburones, voracidad y diente
Panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.
Soy una chispa de fuego que del bosque en los abrojos abro mis pétalos rojos en el nocturno sosiego.
Soy la flor que me despliego junto a las rucas indianas; las que, al surgir las mañanas, en mis noches soñolientas guardo en mis hojas sangrientas las lágrimas araucanas.
Nací una tarde serena de un rayo de sol ardiente que amó la sombra doliente de la montaña chilena.
Yo ensangrenté la cadena que el indio despedazó, la que de llanto cubrió la nieve cordillerana;
yo soy la sangre araucana que de dolor floreció.
Hoy el fuego y la ambición arrasan rucas y ranchos; cuelga la flor de sus ganchos como flor de maldición.
Y voy con honda aflicción a sepultar mi pesar en la selva secular, donde mis pumas rugieran, donde mis indios me esperan para ayudarme a llorar.
De Ignacio Verdugo Cavada, estrenado en 1814 con música de Juan Miguel Sepúlveda Rayén Quitral (1916-1979) cantante lírica chilena cuyo padre era de origen mapuche, hizo su carrera en diversos escenarios internacionales durante la primera mitad del siglo XX. Aquí canta los conocidos versos del poeta Ignacio Verdugo Cavada (1887-1970). "Me conmueve la metáfora popular que hace de nuestra flor la sangre de los indios alanceados; pero yo no quiero repetirla para no mentirme. El copihue no me recuerda la sangre sino el fuego, el cintarazo del fuego libre y la llama casera; el fuego fatuo y el diurno; el bueno y el malo: el fuego de todos los mitos".
"Tanto como el copihue resulta inhábil para búcaro y ramo, es válido para guirnalda; más que esto, él es la guirnalda natural y por excelencia, lograda sin la rosa clavadora y sin el jazmín duro de arquearse".
C'est un trou de verdure ou chante une riviere, Accrochant follement aux herbes des haillons D'argent; ou le soleil, de la montagne fiere, Luit: c'est un petit val qui mousse de rayons.
Un soldat jeune, bouche ouverte, tete nue, Et la nuque baignant dans le frais cresson bleu, Dort; il est etendu dans l'herbe, sous la nue, Pale dans son lit vert ou la lumiere pleut.
Les pieds dans les glaieuls, il dort. Souriant comme Sourirait un enfant malade, il fait un somme: Nature, berce-le chaudement: il a froid.
Les parfums ne font pas frissonner sa narine; Il dort dans le soleil, la main sur sa poitrine, Tranquille. Il a deux trous rouges au cote droit. Arthur Rimbaud.
Je m'en allais, les poings dans mes poches crevées; Mon paletot soudain devenait idéal; J'allais sous le ciel, Muse, et j'étais ton féal; Oh! là là! que d'amours splendides j'ai rêvées!
Mon unique culotte avait un large trou. Petit-Poucet rêveur, j'égrenais dans ma course Des rimes. Mon auberge était à la Grande-Ourse. Mes étoiles au ciel avaient un doux frou-frou.
Et je les écoutais, assis au bord des routes, Ces bons soirs de septembre où je sentais des gouttes De rosée à mon front, comme un vin de vigueur;
Où, rimant au milieu des ombres fantastiques, Comme des lyres, je tirais les élastiques De mes souliers blessés, un pied près de mon coeur! Arthur Rimbaud.
Me iba, con los puños en mis bolsillos rotos...
mi chaleco también se volvía ideal,
andando, al cielo raso, ¡Musa, te era tan fiel!
¡cuántos grandes amores, ay ay ay, me he soñado!
Mi único pantalón era un enorme siete.
––Pulgarcito que sueña, desgranaba a mi paso
rimas Y mi posada era la Osa Mayor.
––Mis estrellas temblaban con un dulce frufrú.
Y yo las escuchaba, al borde del camino
cuando caen las tardes de septiembre, sintiendo
el rocío en mi frente, como un vino de vida.
Y rimando, perdido, por las sombras fantásticas,
tensaba los cordones, como si fueran liras,
de mis zapatos rotos, junto a mi corazón.
Elel mu kechi malall, wiño petu ñi kuyfimogen
Feypi Willi Kvrvf ñi Pvllv mogeley tati
Iñchiñ ñi kom pu che, ñi pu wenvy, mvlfen ñl mogen."
"¡Represas no! ¡Que mis raudales sigan!
¡Represas no!, que vuelva la libertad florida.
Así dice el espíritu del viento sur que no perece,
pues son mi gente, mis amigos, el rocío de la vida!
La luna es el ave
que va alumbrando mis palabras,
su canto memoria
del sol sobre mis aguas,
de donde sino el brillo de mis peces,
de donde el verde de mis araucarias.
Esta es mi madre tierra
de todos mis antepasados,
¿se quedará sin sombra
el valle en que florece
el pensamiento, el aire
que sembramos?
somos danza de amor cuando amanece.
Bío Bío, sueño azul de mis antiguos
y soy quien viene a tocar
tu corazón a ver si crece
la lucha total
a nuestros enemigos.
Que mis raudales sigan,
que vuelva en flor la vida libre,
espíritu del viento,
aliento de llovizna
que solo bese el lecho de mis piedras,
yo no seré laguna de tristeza.
Estoy suspendido en el aire como el canto de los pájaros como el olor de las flores que llena los espacios. Voy como agua por este río de vida hacia el gran mar de lo que no tiene nombre.
Yo soy la visión
de los antiguos espíritus
que durmieron en estas pampas.
Soy el sueño de mi abuelo
que se durmió pensando
que algún día regresaría
a esta tierra amada.
Él se fue de viaje
más allá
del horizonte de los sueños.
Todos nacimos medio muertos en 1932 sobrevivimos pero medio vivos cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros que se puso a engordar sus intereses sus réditos y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen na
ciendo medio muertos medio vivos. Todos nacimos medio muertos en 1932. Ser salvadoreño es ser medio muerto eso que se mueve es la mitad de la vida que nos dejaron. Y como todos somos medio muertos los asesinos presumen no solamente de estar totalmente vivos sino también de ser inmortales. Pero ellos también están medio muertos y sólo vivos a medias. Unámonos medio muertos que somos la patria para hijos suyos podernos llamar en nombre de los asesinados unámonos contra los asesinos de todos contra los asesinos de los muertos y los mediomuertos. Todos juntos tenemos más muerte que ellos pero todos juntos tenemos más vida que ellos. La todopoderosa unión de nuestras medias vidas de las medias vidas de todos los que nacimos medio muertos en 1932.
Yo como tú amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas el paisaje celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.
Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.