Sie gruben und gruben, so ging ihr Tag dahin, ihre Nacht. Und sie lobten nicht Gott, der, so hörten sie, alles dies wollte, der, so hörten sie, alles dies wusste.
Sie gruben und hörten nichts mehr; sie wurden nicht weise, erfanden kein Lied, erdachten sich keinerlei Sprache. Sie gruben.
Es kam eine Stille, es kam auch ein Sturm, es kamen die Meere alle. Ich grabe, du gräbst, und es gräbt auch der Wurm, und das Singende dort sagt: Sie graben.
O einer, o keiner, o niemand, o du: Wohin gings, da’s nirgendhin ging? O du gräbst und ich grab, und ich grab mich dir zu, und am Finger erwacht uns der Ring.
Paul Celan, Die Niemandsrose, 1963
HABÍA TIERRA EN ELLOS, y cavaban.
Cavaban y cavaban, y así les iba pasando el día, la noche. Y no alababan a Dios, que, según oyeron, quería todo esto, que, según oyeron, sabía todo esto.
Cavaban, y ya no oyeron nada más; no se hicieron sabios, tampoco inventaron ningún canto, no imaginaron otra suerte de lenguaje. Cavaban.
Llegó un silencio, llegó también una tormenta, y todos los mares así llegaron. Yo cavo, tú cavas, y el gusano cava también, y lo que canta ahí va diciendo: Ellos cavan.
Oh uno, oh ninguno, oh nadie, oh tú: ¿Hacia dónde iba eso si no es yendo a ningún lado? Oh cavas tú y cavo yo; y hacia ti cavándome ya estoy, mientras en el dedo el anillo se nos va despertando.
Agian hasieran bertan ekibokatu ginen
mundura euskaldun sortzean.
Eta gero ez genuen iraultzaren borrokatik
apartatzen jakin.
Esna-kantu bat abestu genion
sehaska hutsari,
eta goiz batez El Puertoko kartzelan
esnatu ginen.
Maite genituen gauzengatik erori ginen preso,
baina gure maitasuna oraindik
ez dago preso.
Zorionez edo zorigaitzez,
anitz ekibokatu ekarri gintuzten
deserriko azken ipurdi honetan bizi edo hiltzera.
Eta bizi, hestu, larri, ia mirariz, gainbizi gara.
Eta bizitza ez da guretzat
egundo izango,
lehen zen bezalakoa
harrezkero.
Maite genituen gauzengatik erori ginen preso
baina gure maitasuna oraindik
ez dago preso.
Letrak: Joseba Sarrionandia
AQUÍ ESTAMOS
Puede que desde el principio estuviéramos equivocados
viniendo al mundo como vascos.
Y después, no supimos apartarnos
del camino de la revolución.
Y cantamos una canción para despertar
a la cuna vacía,
y una mañana despertamos en la cárcel de El Puerto.
Caímos presos por las cosas que amábamos,
pero nuestro amor todavía no está preso.
Por buena o mala suerte,
a algunos por equivocación
nos trajeron a vivir o morir a este último culo del destierro.
Y vivir, apenas, justo, casi de milagro sobrevivimos.
Y la vida ya no será para nosotros
nunca la misma de antes.
Caímos presos por las cosas que amábamos,
pero nuestro amor todavía no está preso.
Cuando era como vos me enseñaron los viejos y también las maestras bondadosas y miopes que libertad o muerte era una redundancia a quien se le ocurría en un país donde los presidentes andaban sin capangas.
Que la patria o la tumba era otro pleonasmo ya que la patria funcionaba bien en las canchas y en los pastoreos.
Realmente no sabían un corno pobrecitos creían que libertad era tan solo una palabra aguda que muerte era tan solo grave o llana y cárceles por suerte una palabra esdrújula.
Olvidaban poner el acento en el hombre.
La culpa no era exactamente de ellos sino de otros más duros y siniestros y estos sí cómo nos ensartaron en la limpia república verbal cómo idealizaron la vidurria de vacas y estancieros y cómo nos vendieron un ejército que tomaba su mate en los cuarteles.
Uno no siempre hace lo que quiere uno no siempre puede por eso estoy aquí mirándote y echándote de menos.
Por eso es que no puedo despeinarte el jopo ni ayudarte con la tabla del nueve ni acribillarte a pelotazos.
Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos y que los jugué en serio.
Y jugué por ejemplo a los ladrones y los ladrones eran policías.
Y jugué por ejemplo a la escondida y si te descubrían te mataban y jugué a la mancha y era de sangre.
Botija aunque tengas pocos años creo que hay que decirte la verdad para que no la olvides.
Por eso no te oculto que me dieron picana que casi me revientan los riñones todas estas llagas, hinchazones y heridas que tus ojos redondos miran hipnotizados son durísimos golpes botas en la cara demasiado dolor para que te lo oculte demasiado suplicio para que se me borre.
Pero también es bueno que conozcas que tu viejo calló o puteó como un loco que es una linda forma de callar.
Que tu viejo olvidó todos los números (por eso no podría ayudarte en las tablas) y por lo tanto todos los teléfonos.
Y las calles y el color de los ojos y los cabellos y las cicatrices y en qué esquina en qué bar qué parada qué casa.
Y acordarse de vos de tu carita lo ayudaba a callar.
Una cosa es morirse de dolor y otra cosa es morirse de vergüenza.
Por eso ahora me podés preguntar y sobre todo puedo yo responder.
Uno no siempre hace lo que quiere pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.
Llora nomás botija son macanas que los hombres no lloran aquí lloramos todos.
Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos porque es mejor llorar que traicionar porque es mejor llorar que traicionarse.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
Ven, mi amor, en la tarde del Aniene
y siéntate conmigo a ver el viento.
Aunque no estés, mi solo pensamiento
es ver contigo el viento que va y viene.
Tú no te vas, porque mi amor te tiene.
Yo no me iré, pues junto a ti me siento
más vida de tu sangre, más tu aliento,
más luz del corazón que me sostiene.
Tú no te irás, mi amor, aunque lo quieras.
Tú no te irás, mi amor, y si te fueras,
Aun yéndote, mi amor, jamás te irías.
Es tuya mi canción, en ella estoy.
Y en ese viento que va y viene voy.
Y en ese viento siempre me verías.
Cuando mi hermana la invitó
y yo salí a abrirle la puerta,
entró el sol, entraron estrellas,
entraron dos trenzas de trigo
y dos ojos interminables.
Yo tenía catorce años
y era orgullosamente oscuro,
delgado, ceñido y fruncido,
funeral y ceremonioso:
yo vivía con las arañas
humedecido por el bosque
me conocían los coleópteros
y las abejas tricolores,
yo dormía con las perdices.
Entonces entró la Guillermina
con dos relámpagos azules
que me atravesaron el pelo
y me clavaron como espadas
contra los muros del invierno.
Esto sucedió en Temuco.
Allá en el Sur, en la frontera.
Han pasado lentos los años
pisando como paquidermos,
ladrando como zorros locos,
han pasado impuros los años
crecientes, raídos, mortuorios,
y yo anduve de nube en nube,
de tierra en tierra, de ojo en ojo,
mientras la lluvia en la frontera
caía, con el mismo traje.
Mi corazón ha caminado
con intransferibles zapatos,
y he digerido las espinas:
no tuve tregua donde estuve:
donde yo pegué me pegaron,
donde me mataron caí
y resucité con frescura
y luego y luego y luego y luego,
es tan largo contar las cosas.
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros:
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de mí murmuran y exclaman: -Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;
sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?
(aventura del hermano muerto)
Mi yegua subía, lenta
con firmes pasos de bronce.
La noche de crucifijos
fungía sobre los montes.
Andaba el agua desnuda
en claras conversaciones
con los grillos y las piedras
y las buidas canciones.
«es mala noche, amigo,
y en el monte andan ladrones ».
¡Buen viejo! Me lo decía
allá en el campo de trojes
y un sobresalto rondaba
por sus pupilas de azogue.
Pero era buena la sombra,
madura, de oros y olores.
¿miedo? Mi yegua era firme
y yo llevaba un revolver
en el cinto, y en el pecho,
un ancho corazón de hombre.
Sin embargo, sin embargo,
Mi mano sobresaltóse.
Cuatro jinetes venían,
Pausados, bajando el monte.
Los vi recortarse negros,
Contra las constelaciones.
Mi bestia irguió las orejas
En agudos aguijones
Y la estría de un lucero
Rieló sobre mi revólver.
¡Quién vaaa!
Los vi detenerse,
Y mi voz multiplicándose,
Rebotando en los picachos
Como en cojín de resortes.
Cruzaba en ese momento
Un paso de angostos bordes:
A la derecha, el abismo,
Tinta o residuo de noche;
Adelante, los jinetes;
A la izquierda-muro- el monte.
Seguí avanzando en la sombra,
Hacia las sombras inmóviles.
Transpuesto el paso difícil,
me tropecé con sus voces:
-¿ A dónde marcha el amigo?
- Al pueblo de más al norte.
Me esperan mi vieja madre
y mis hermanos menores.
Los dejé un día de marzo;
cinco años van, desde entonces.
Ancha mi voz, y serena;
La suya, opaca, de cobre.
Miré brillar dos pupilas
En un fulgor de emociones.
Acompañaré al amigo
hasta que trasponga el monte.
Cinco jinetes tomaron
rumbo a las constelaciones.
Bajaron cinco jinetes,
con firmes pasos de bronce.
Cuatro pararon de pronto
Y el otro siguió hacia el norte,
Después de estrechar las manos
Tendidas de los cuatro hombres.
Clareó más tarde en el cielo.
Amanecer de limones
Palabras de agua liviana
Pájaros madrugadores.
Cerca, maitenes y boldos:
Lejos, Rancagua y sus torres;
Entre sus casas, mi casa,
Con ciruelos y parrones
¡ y mi madre, con sus ojos
de mares y de horizontes!
Detrás, el recuerdo grande
De un bandido que era un hombre.
Desgarrada la nube; el arco iris
brillando ya en el cielo,
y en un fanal de lluvia
y sol el campo envuelto.
Desperté. ¿Quién enturbia
los mágicos cristales de mi sueño?
Mi corazón latía
atónito y disperso...
¡El limonar florido,
el cipresal del huerto,
el prado verde, el sol, el agua, el iris!
¡el agua en tus cabellos!...
Y todo en la memoria se perdía
como una pompa de jabón al viento.
I know that I shall meet my fate Somewhere among the clouds above; Those that I fight I do not hate, Those that I guard I do not love; My country is Kiltartan Cross, My countrymen Kiltartan's poor, No likely end could bring them loss Or leave them happier than before. Nor law, nor duty bade me fight, Nor public men, nor cheering crowds, A lonely impulse of delight Drove to this tumult in the clouds; I balanced all, brought all to mind, The years to come seemed waste of breath, A waste of breath the years behind In balance with this life, this death.
William Butler Yeats UN AVIADOR IRLANDÉS PREVÉ SU MUERTE
Sé que encontraré mi destino en un lugar sobre las nubes; no aborrezco a quienes combato y no amo a los que protejo;
mi país es Kiltartan Cross, y sus pobres son mis paisanos, ningún final hará que pierdan ni podrá hacerles más felices.
Ni por deber ni ley peleo, ni multitudes, ni hombres públicos, sólo un impulso de delicia me trajo al mundo de las nubes;
consideré y sopesé todo, lo por venir y lo pasado sólo son malgastado aliento como esta vida y esta muerte. Versión de J.A.O.
Meli, meli. Meli,meli
Kiñe trafoy metawe mew
mvley Antv
Pu rvmentu mew mvley pizeñ
ellkawligvn ñi lonko egvn
ka femlu trokifiñ pu witrunko
Nieñmaperkelaeymu kvfvkvfvn
mi piwke
We Tripantu!, pi pu malen
ka ti mulfen nvayu mawvn
Wiñon, pifiñ egvn
fewla pichi wentru ta iñche
Pefimvn ti choyke?
Kvpalmvn make ka triwe
awkantuyiñ awarkuzen awkantun
Meli, meli. Meli, meli
Pvtokyiñ muzay, mvna azy
Wenu Mapu
Mvley pu aliwen ñi mutrung lien
(feymu azkintuley kom ñi Pewma
ka tvfey chi pu lewfv nawpay
Kvyen mu)
Meli, meli. Meli, meli
Eymi iñchu umawtuley Mapu Ñuke
ka puliwen fiskv ko
gaw ta tvfey
Meli, meli. Meli, meli
Ya!, zew mitray ta Antv.
AÑO NUEVO MAPUCHE
(NUEVA SALIDA DEL SOL)
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
y el Sol en un cántaro quebrado
Entre las hierbas las aves
esconden sus cabezas
y parece que la vertiente
posee el murmullo de tu corazón
We Tripantu!, dicen las niñas
y el rocío recogerá la lluvia
He vuelto, les digo
ahora soy un niño
¿Han visto al avestruz?
Traigan plantas, traigan flores
juguemos los juegos de los
Antepasados
muzay bebamos, que hermosos
en el cielo
están los árboles con sus troncos
de plata
(en ellos se miran estos Sueños
y los ríos que caen de la Luna )
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
Contigo he estado despierto
Madre Tierra
y en la mañana el agua fresca
es una constelación
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
¡Ya!, ha descansado el Sol.
Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle: «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar...