sábado, 13 de octubre de 2012

Consejos para un galán






Haz a la dama un día la vergüenza perder,
esto es muy importante, si la quieres tener,
una vez que no tiene vergüenza la mujer
hace más diabluras de las que ha menestrer.

Talante de mujeres, ¿quién lo puede entender?
su maestría es mala, mucho su malsaber.
Cuando están encendidas y el mal quieren hacer
el alma y cuerpo y fama, todo echan a perder.

No abandones tu dama no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
no quieren en su casa pasar días de fiesta, 
no quieren el olvido; cosa probada y cierta.

Es cosa bien segura: molino andando gana, 
huerta mejor labrada da la mejor manzana,
mujer bien requerida anda siempre lozaná:
con estas tres verdades no obrarás cosa vana. 

Dejó uno a su mujer te contaré la hazaña
si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña 
Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña.

Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía,
a Flandes quiero ir, regalos portaría. 
Dijo ella: -Monseñer, escoged vos el día, 
mas no olvidéis la casa ni la persona mía.

Dijo Don Pitas Payas: -Dueña de la hermosura,
yo quiero en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura. 
Dijo ella: -Monseñer, haced vuestra mesura.

Pintó bajo su omblogo un pequeño cordero 
y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero;
estuvo allá dos años, no fue azar pasajero. 
Cada mes a la dama parece un año entero.

Hacía poco tiempo que ella estaba casada,
y había con su esposo hecho poca morada; 
un amigo tomó y estuvo acompañada,
deshízose el cordero, ya de él no queda nada.

Cuando supo la dama que venía el pintor, 
muy de prisa llamó a su nuevo amador;
dijo que le pintara, cual supiese mejor,
en aquel lugar mismo un cordero menor.

Pero con la gran prisa pintó un señor carnero,
cumplido de cabeza, con todo un buen apero.
Luego, al día siguiente, vino allí un mensajero:
que ya don Pitas Payas llegaría ligero.

Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido,
su mujer, desdeñosa y fría le ha recibido:
cuando ya en su mansión con ella se ha metido,
la señal que pintara no ha echado en olvido.

Dijo don Pitas Payas: -Madona, perdonad,
mostradme la figura y tengamos solaz.
- Dijo ella: -Monseñer, vos mismo la mirad:
todo lo que quisieres hacer, hacedlo audaz.

Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar 
que yo pinté un cordero y encuentro este manjar?

Como en esta razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, Monseñer?
¿Petit corder, dos años no se ha de hacer carner?
Si no tardáseis tanto aún sería corder.

Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza

viernes, 12 de octubre de 2012

GENIO Y FIGURA



Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos! 
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.

Aún mis días son restos de enormes muebles viejos, 
anoche "Dios" llevaba entre mundos que van 
así, mi niña, solos, y tú dices: "te quiero" 
cuando hablas con "tu" Pablo, sin oírle jamás.

El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.

Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.

Pablo de Rokha

sábado, 29 de septiembre de 2012

El agua



A media noche desperté.
Toda la casa navegaba.
Era la lluvia con la lluvia
de la postrera madrugada.
Toda la casa era silencio,
y eran silencio las montañas
de aquella noche. No se oía
sino caer el agua.

Me vi despierto a medianoche
buscando a tientas la ventana;
pero en la casa y sobre el mundo
no había hermanos, madre, nada.

Y hacia el espacio oscuro y frío
y frío el barco caminaba
conmigo. ¿Quién movía
todas las velas solitarias?

Nadie me dijo que saliera.
Nadie me dijo que me entrara,
y adentro, adentro de mí mismo
me retiré: toda la casa.

Me vio en el tiempo que yo fui,
y en el seré la vi lejana,
y ya no pude reclinar
mi juventud sobre la almohada.

A medianoche busqué
mientras la casa navegaba.
Y sobre el mundo no se oyó
sino caer el agua

Miguel Arteche.

Trenes de la noche

ANDENES




ANDENES

Te gusta llegar a la estación
cuando el reloj de pared tictaquea,
tictaquea en la oficina del jefe-estación.
Cuando la tarde cierra sus párpados
de viajera fatigada
y los rieles ya se pierden
bajo el hollín de la oscuridad.

Te gusta quedarte en la estación desierta
cuando no puedes abolir la memoria,
como las nubes de vapor
los contornos de las locomotoras,
y te gusta ver pasar el viento
que silba como un vagabundo
aburrido de caminar sobre los rieles.

Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo
los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste,
el pueblo donde querías llegar
como el niño el día de su cumpleaños
y los viajes de vuelta de vacaciones
cuando eras -para los parientes que te esperaban-
sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

Tictaqueo del reloj. El jefe-estación
juega un solitario. El reloj sigue diciendo
que la noche es el único tren
que puede llegar a este pueblo,
y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo
mientras el hollín de la oscuridad
hace desaparecer los durmientes de la vía.


De El árbol de la memoria,1961
También en: Los dominios perdidos, 1992.
Versión corregida aquí consignada.

Un desconocido silba en el bosque



 Un desconocido silba en el bosque.
 Los patios se llenan de niebla.
 El padre lee un cuento de hadas
 y el hermano muerto escucha tras la puerta.

 Se apaga en la ventana la bujía que nos señalaba el camino.
 No hallábamos la hora de volver a casa,
 pero nos detenemos sin saber dónde ir
 cuando un desconocido silba en el bosque.

 Detrás de nuestros párpados surge el invierno
 trayendo una nieve que no es de este mundo
 y que borra nuestras huellas y las huellas del sol
 cuando un desconocido silba en el bosque.

 Debíamos decir que ya no nos esperen,
 pero hemos cambiado de lenguaje
 y nadie podrá comprender a los que oímos
 a un desconocido silbar en el bosque.

 Jorge Teillier

viernes, 6 de julio de 2012

País de la ausencia






País de la ausencia
                                             A Ribeiro Couto


País de la ausencia

extraño país,

más ligero que ángel

y seña sutil,

color de alga muerta,

color de neblí,

con edad de siempre,

sin edad feliz.


No echa granada,

no cría jazmín,

y no tiene cielos

ni mares de añil.

Nombre suyo, nombre,

nunca se lo oí,

y en país sin nombre

me voy a morir.

Ni puente ni barca

me trajo hasta aquí,

no me lo contaron

por isla o país.

Yo no lo buscaba

ni lo descubrí.


Parece una fábula

que yo me aprendí,

sueño de tomar

y de desasir.

Y es mi patria donde

vivir y morir.


Me nació de cosas

que no son país;

de patrias y patrias

que tuve y perdí;

de las criaturas

que yo vi morir;

de lo que era mío

y se fue de mí.


Perdí cordilleras

en donde dormí;

perdí huertos de oro

dulces de vivir;

perdí yo las islas

de caña y añil,

y las sombras de ellos

me las vi ceñir

y juntas y amantes

hacerse país.


Guedejas de nieblas

sin dorso y cerviz,

alientos dormidos

me los vi seguir,

y en años errantes

volverse país,

y en país sin nombre

me voy a morir.


Gabriela Mistral



viernes, 27 de abril de 2012

CUANDO VIVÍAS EN LA CASTELLANA




Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.


Luis Alberto de Cuenca

El encuentro



 En Salamanca, el último noviembre,
te encontré por la calle, tan delgada
como entonces, pero con más arrugas.
Dabas clase de no sé qué muy raro
(textología, por ejemplo) y eras
muy feliz explicando a tus alumnos
lo divino y lo humano. Me dijiste
que tus hijos quedaron en Madrid,
con su padre, y que sólo los veías
-ya eran mayores- tres o cuatro veces
al año; que te habías doctorado
(¡por fin!) y que ahora sólo te faltaba
ser funcionaria para ver el mundo
desde el lugar que merecías.

Yo te dije que bueno, que pasaba
por allí casualmente, que tenía
un amigo escritor en Salamanca
y que había venido a visitarlo.
Tú me dijiste: “¿Tienes mucha prisa
o podemos tomarnos algo juntos?”
 Después de muchas copas, con el alba
siguiendo nuestra pista, te lo dije: “
desde entonces no ha habido otra mujer.”
Y en mi interior bullía la mentira
al alimón con el deseo, y todo
-aquel horrible bar, tú y yo, la noche-
era tan esperpéntico y absurdo
que se parecía a la vida.

 L.A. de Cuenca

NUESTRA VECINA




 NUESTRA VECINA

(A Javier del Prado)

Tiene, Javier, nuestra vecina un talle
que resucita a un muerto, y unos ojos
que derriten el plomo y dan antojos
a quien se los tropieza por la calle.

Hay que trazar un plan que no nos falle
para descerrajarle los cerrojos
y pasear en triunfo sus despojos
cuidando hasta el más mínimo detalle.

Tú en el portal y yo en el descansillo,
siempre al acecho, cristalina media
velándonos la cara y un cuchillo

afilado. Si Dios no lo remedia,
de la vecina haremos picadillo
y de un cuento vulgar una tragedia.

Luis Alberto de Cuenca

Farai un vers de dreyt nien




Sobre ti, sobre mí, sobre el infierno
de nuestro amor y sobre el paraíso
de nuestro amor, sobre el milagro inútil
de haberte conocido y el abismo
de haber viajado al alba y al crepúsculo
con un monstruo tan dulce y tan dañino,
sobre la huella que dejó tu cuerpo
en mi cama y en todos mis sentidos,
sobre el vestido negro ribeteado
de encaje con que andabas por el filo
de la traición, sobre tu piel blanquísima
y sobre el tiempo que perdí contigo....
Sobre todas las cosas que anteceden
y sobre nada (¿acaso no es lo mismo?)
escribiré un poema, recordando
la canción de Guillermo, con el frío 
de la distancia y con la sensación
de no haberlas vivido.

Luis Alberto de Cuenca
(Sin miedo ni esperanza, 2002)



El título de este poema procede del primer verso de la Canción IV de Guillermo IX, duque de Aquitania (uno de los primeros poetas provenzales), que es mencionado por Luis Alberto de Cuenca al final de la composición. Reproducimos a continuación la primera estrofa, en su versión original y en la traducción del propio Luis Alberto de Cuenca y de Miguel Ángel Elvira.

Farai un vers de dreyt nien:                    
non er de mi ni d'autra gen,                   
non er d'amor ni de joven,                     
 ni de ren au,
qu'enans fo trobatz en durmen
sus un chivau.

Haré un poema de la pura nada.
No tratará de mí ni de otra gente.
No celebrará amor ni juventud
ni cosa alguna,
sino que fue compuesto durmiendo
sobre un caballo.

Este y otros poemas de Luis Alberto de Cuenca se pueden escuchar interpretados por Loquillo en el disco titulado Su nombre era el de todas las mujeres (2011, Warner Music Spain SL).

A Alicia, disfrazada de Leia Organa








Si sólo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si sólo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras.

Si sólo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si sólo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras.

Si sólo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres...

Pero es que hay, además, esa mirada
con que premian tus ojos mi deseo,
y tu cuerpo de reina esclavizada.







Intérprete: Loquillo
Autor: Luis Alberto de Cuenca
Título: A Alicia, Disfrazada De Leia Organa
Albúm: Su Nombre Era El De Todas Las Mujeres
Pista: 7
Discográfica: 
Año: 2011

Su nombre era el de todas las mujeres







Era una criatura detestable
en el plano moral, un ser abyecto,
una abominación lovecraftiana.
No era tampoco guapa, ni atractiva,
ni graciosa, ni joven, ni simpática.
Era un montón perverso de basura.
pero fuieste tan imbecil que por ella
dejaste a la que amabas y vendiste

tu alma en los bazares de la noche.

Era todo tan triste y tan absurdo.
No vivías apenas te colgabas
de la pared de la melancolía
y veías pasar las lentas horas
que hacia nada conducen y hacia nunca.
Las mujeres te habían retirado
su protección, los dioses su asistencia
y la literatura su cobijo.

Fueron tiempos difíciles aquellos,

La olvidé por completo para siempre
(o eso creía entonces) me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba en un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre
como si hubiera muerto, no era ella

Su Nombre era el de todas las mujeres.


Intérprete: Loquillo
Autor: Luis Alberto de Cuenca / Musica: Gabriel Sopeña
Título: Su Nombre Era El De Todas Las Mujeres (Album De Recortes)
Albúm: Su Nombre Era El De Todas Las Mujeres
Pista: 10
Discográfica: Warner Music
Año: 2011


JULIA REIS






Yo conocí tu época dorada,
aquellos años de estudiante en Cádiz,
cuando tú frecuentabas los suburbios
peores, los bares más inhóspitos.
Entonces era fácil encontrarte
en las sesiones últimas de cine,
bajo cualquier portal o en el asiento
trasero de algún coche abandonado.
Y también te recuerdo, sobre todo,
momentos antes de empezar la fiesta,
de pie y muy morena preparando
inexplicables cócteles, martinis...
Mis amigos sabían ya del turbio,
inextinguible fuego de tus labios,
y yo no supe hablarte o no lo hice
esperando quizás mejor momento.
Y me arrepiento ahora, Julia Reis,
tierno amor sin amparo, fácil presa
de los perdidos barcos de la noche.

José Mateos (Un extraña ciudad. Renacimiento)

lunes, 4 de julio de 2011

NIRE AITAREN ETXEA




Hitzak: Gabriel Aresti
Musika: Emilio González Turu



NIRE AITAREN ETXEA

Nire aitaren etxea
defendituko dut.
Otsoen kontra,
sikatearen kontra,
lukurreiaren kontra,
justiziaren kontra,
defenditu
eginen dut
nire aitaren etxea.
Galduko ditut
aziendak,
soloak,
pinudiak;
galduko ditut
korrituak,
errenteak,
interesak,
baina nire aitaren etxea defendituko dut.
Harmak kenduko dizkidate,
eta eskuarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
eskuak ebakiko dizkidate,
eta besoarekin defendituko dut
nire aitaren etxea;
besorik gabe,
sorbaldik gabe,
bularrik gabe
utziko naute,
eta arimarekin defendituko dut
nire aitaren etxea.
Ni hilen naiz,
nire arima galduko da,
nire askazia galduko da,
baina nire aitaren etxeak
iraunen du
zutik.




LA CASA DE MI PADRE

Letra: Gabriel Aresti
Musica: Emilio González Turu

Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.

jueves, 28 de abril de 2011

Tu pupila es azul



RIMA XIII

Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana,
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.

Gustavo Adolfo Bécquer.

viernes, 4 de marzo de 2011

«Pablo de Rokha» por Pablo de Rokha




«Pablo de Rokha» por Pablo de Rokha

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes; la personalidad, colmada de eclipses, aúlla. (Mujer: sacúdeme las hojas marchitas, del pantalón).

Andando, platicando, andando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, —atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública...—, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: «son colillas tristes», y pasa.

Como el pelo, me crecen, me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla y, cargada de sangre, parece un manojo de acciones irremediables. (Radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología, aullando sucesos, lugares, palabras).

Ayer me creía muerto; hoy, no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en GRIS de las calaveras las paradojas, las apariencias y los pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad, la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.

Aráñanme los cantos la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a abortar un mundo; (mis calzoncillos, mis calzoncillos se ríen a carcajadas!..).

Un ataúd azul, y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales.

Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente cual la claridad a los ciegos...(Ruido de multitudes, automóviles, muchedumbres, van conmigo; como pájaro solo y loco canta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza, Pablo de Rokha!..). (... ... ... Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, SIMULTÁNEAMENTE!.. ... ... —).

martes, 1 de marzo de 2011

Primavera




Si primavera ya tu sangre mueve,

si son sus olas ya tus amapolas,

si suena el corazón en las corolas

y llueve, llueve, llueve, llueve, llueve,



si ya el beso del sol fundió la nieve,

si de muertos adioses se abren holas,

si hablan siempre del mar las caracolas

y la yerba saluda el viento leve,



no apagues esa luz que te enamora,

no ciegues las ventanas de la vida,

no temas a la llama que te llama,



porque el único tiempo es el ahora,

porque el amor es la única salida,

porque aún arde la tarde mientras ama.


Javier Aguirre Ortiz

Musicalización y voz: Cecile Baud. (Versión no definitiva).




Canción: Primavera (fragmento).

Música de Mario Sáez, profesor del Liceo Gabriela Mistral de Temuco.

Voces: Leslie Parra y Priscilla Chuhuaicura.

viernes, 7 de enero de 2011

Dos antologías con mar en medio


Antología poética vasco-cubana.


Epicentro poético, antología poética vasco-chilena. Parte correspondiente a los poemas de Javier Aguirre Ortiz.