y un solo árbol,
con una sola sombra
y un solo pájaro.
Busco en mi carne
las huellas de tus labios.
El manantial besa al viento
sin tocarlo.
Llevo el no que me diste,
en la palma de mi mano,
como un limón de cera
casi blanco.
Noche de cuatro lunas
y un solo árbol,
En la punta de una aguja,
Está mi amor ¡girando!
Federico García Lorca
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