Romance del hombre nocturno
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(aventura del hermano muerto)
Mi yegua subía, lenta con firmes pasos de bronce. La noche de crucifijos fungía sobre los montes. Andaba el agua desnuda en claras conversaciones con los grillos y las piedras y las buidas canciones. «es mala noche, amigo, y en el monte andan ladrones ». ¡Buen viejo! Me lo decía allá en el campo de trojes y un sobresalto rondaba por sus pupilas de azogue. Pero era buena la sombra, madura, de oros y olores. ¿miedo? Mi yegua era firme y yo llevaba un revolver en el cinto, y en el pecho, un ancho corazón de hombre. Sin embargo, sin embargo, Mi mano sobresaltóse. Cuatro jinetes venían, Pausados, bajando el monte. Los vi recortarse negros, Contra las constelaciones. Mi bestia irguió las orejas En agudos aguijones Y la estría de un lucero Rieló sobre mi revólver. ¡Quién vaaa! Los vi detenerse, Y mi voz multiplicándose, Rebotando en los picachos Como en cojín de resortes. Cruzaba en ese momento Un paso de angostos bordes: A la derecha, el abismo, Tinta o residuo de noche; Adelante, los jinetes; A la izquierda-muro- el monte. Seguí avanzando en la sombra, Hacia las sombras inmóviles. Transpuesto el paso difícil, me tropecé con sus voces: -¿ A dónde marcha el amigo? - Al pueblo de más al norte. Me esperan mi vieja madre y mis hermanos menores. Los dejé un día de marzo; cinco años van, desde entonces. Ancha mi voz, y serena; La suya, opaca, de cobre. Miré brillar dos pupilas En un fulgor de emociones. Acompañaré al amigo hasta que trasponga el monte. Cinco jinetes tomaron rumbo a las constelaciones. Bajaron cinco jinetes, con firmes pasos de bronce. Cuatro pararon de pronto Y el otro siguió hacia el norte, Después de estrechar las manos Tendidas de los cuatro hombres. Clareó más tarde en el cielo. Amanecer de limones Palabras de agua liviana Pájaros madrugadores. Cerca, maitenes y boldos: Lejos, Rancagua y sus torres; Entre sus casas, mi casa, Con ciruelos y parrones ¡ y mi madre, con sus ojos de mares y de horizontes! Detrás, el recuerdo grande De un bandido que era un hombre. Óscar Castro |
lunes, 27 de octubre de 2014
Romance del hombre nocturno
Etiquetas:
Los cuatro de Chile,
Óscar Castro
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